lunes, 29 de septiembre de 2014

Unos días fenomenales con Minions y villanos







             Las más de 180 familias de los chavales y de muchos monitores que participaban en el campamento, los monitores, vehículos y autobuses confluían en el número 188 de la Calle Sagunto, en la puerta del Centro Juvenil Salesiano Amics, el 16 de julio a las 8’30 de la mañana.
            Con toda esta marabunta, confluía también todo el trabajo realizado durante los últimos meses para hacer realidad ese sueño de los monitores y de los chavales: un campamento más.
            Desde prácticamente enero empezó la preparación con la búsqueda y encuentro de las jefas del campamento. A partir de ahí todo fue cayendo por la escalera del tiempo empujado por el trabajo de ambas y el equipo que ha estado apoyándolas: confirmación del lugar, presupuestos, monitores que participarían, reparto de responsabilidades, equipo de cocina e intendencia, autobuses, horarios y organización, reserva de aparcamiento para los autobuses, hasta concluir – casi definitivamente- en penúltimo escalón, que era el 16 en los locales del centro.
            Se organizaron las mochilas en los autobuses. Se distribuyeron a los chavales en los patios que usa el centro, para no importunar más a los viandantes, y, una vez organizados, conducirlos a su correspondiente autobús.
            Pasadas las 9 de la mañana, las jefas pasaban por los autobuses para confirmar que estábamos todos y, por fin, dar la salida para el Campamento Peñascosa 2014. Minios y villanos. Empezaban 14 días en la Sierra de Alcaraz. Los papeles aparecían llenos de buenas actividades, de valores, de convivencia, de aprendizaje, de esfuerzo, de compañerismo, de ilusión y de alegría. Con los nervios y miedos propios de quienes han asumido una responsabilidad, esperábamos que todo eso cobrase vida. Esperábamos que aquellas ideas fijadas en tinta, se convirtiesen en corrientes que nos inundasen de alegría y felicidad.
            Hacia las 13’30 invadíamos nuestra zona de campamento: Fuente La Peña: nuestra casa durante las dos semanas siguientes.
            Buenos días, izadas, gynkanas, deportes, bailes, baños, olimpiadas, marchas, arreglo de tiendas, amigo invisible, picaduras de mosquitos, (aunque este año han sido menos), talleres, misas, arriadas y buenas noches se fueron sucediendo para que los 20160 minutos que duraba esta aventura, fuesen tan buenos, que pasasen tan rápido que pudiésemos exclamar el día 29 ¡Yaaaaa!
            Para que esto fuese así, los monitores trabajaron muchísimo, en los 14 días de estancia en Fuente La Peña y los meses anteriores en la preparación. Tengo que agradecerles ese esfuerzo y el sacrificio que hacen por dedicar esos días de julio a los chavales. No cobran nada, pero es que lo que hacen y lo que se sacrifican no tiene precio, es impagable crematísticamente.
            Lo mismo hay que decir del equipo de cocina y de los que estábamos de equipo 0, disponibles para lo que hiciese falta, hasta para estar en azules.
            Unas actividades estaban mejor preparadas y otras menos, pero se notaba el esfuerzo de los monitores en todas. Resalto especialmente la preparación de los momentos de oración de los buenos días y buenas noches. El equipo es consciente de la importancia de estos momentos y así se consigue que los chavales los vivan con intensidad y los aprovechen, porque, como cualquier cosa del centro juvenil, es cosa de todos y todos se implican en las oraciones y celebraciones.
            La mejor paga que podemos recibir es la sonrisa en la cara de los chavales el último día y la afirmación de que tenía que durar más (aunque si durase más, nos tendrían que devolver en camilla a Valencia).
            El campamento se convierte con todo esto en una gran oportunidad educativa y todos los que tenemos alguna responsabilidad nos esforzamos por aprovecharla y que los valores que se han trabajado durante el curso se consoliden. Y es una oportunidad buenísima porque los chavales se sienten a gusto y les gusta, lo que hace más sencillo ese asunto de la educación, que nunca es fácil, y, aunque hable de esa facilidad, siempre hay situaciones difíciles que hacen pasar malos momentos y hay que reconducir, pocas, pero las hay.
            Como oportunidad educativa, son importantes las relaciones educativas que se establecen en el campamento. Conviviendo 24 horas durante 14 días conoces mucho más a los chicos y chicas que ya conocías y descubres a los que no conocías. Todos te asombran, porque, a pesar de que a veces no hagan lo que toca, toque reñirles y vivas situaciones de este tipo, todos tienen muchas cosas buenísimas que uno se plantea la razón por la que no las ve en otros momentos. La respuesta que se me enciende es que durante el curso no existe esta convivencia tan larga.
            Esto mismo sucede con los animadores y con las personas que componen el equipo de cocina e intendencia.
            Este año los primeros días hizo un frío fuera de lo normal. No bastaba con ponerse un pantalón de chándal y una sudadera. Era preciso arroparse más para no sentir frío cuando anochecía. Por el día el calor no era matador, esas primeras jornadas. Luego se normalizó la climatología y por el día hacía más calor y por la noche con la sudadera era suficiente para encontrarse bien: sin frío ni calor.
            Los últimos escalones del campamento fueron el último día de campamento con la recogida, juicios al zorro, amigo invisible, reparto de camisetas y fotos varias. Y la evaluación por parte del equipo al día siguiente.
Cuando el día 30 se realizó la evaluación por parte del equipo de animadores, salieron aspectos  que se pueden mejorar, pero creo que la evaluación es positiva. Siento que conseguimos los objetivos que nos propusimos y, sobre todo, creo que se aprovechó educativamente bien esta actividad, los chavales disfrutaron, se lo pasaron bien, la convivencia entre todos fue buena, no surgieron grandes problemas y, los que hubo, el equipo tuvo la capacidad de resolverlos bien.
            Siendo de donde soy no puedo dejar de destacar la belleza de los paisaje de Peñascosa y la Sierra de Alcaraz y Segura. Además de disfrutarlos habitándolos, los pateamos en la marcha que yo hice con los mayores y que nos llevó, en tres etapas, hasta Paterna, Yeguarizas y Bogarra. La marcha tuvo sus tramos muy duros, pero los paisajes por los que pasamos de la Sierra del Agua, zona más pequeña e incluida en esa más extensa de Alcaraz y Segura, merecieron la pena. Los pequeños no tuvieron tanta suerte con el paisaje el segundo y tercer día. Verona disfrutó de las Lagunas de Ruidera (y Ossa de Montiel, como están exigiendo los vecinos de este pueblo y al que pertenecen muchas de dichas lagunas).
Ahora sólo nos quedan los buenos recuerdos de todo lo vivido en Peñascosa y que podemos recordar viendo las fotos que se encuentran en la página web del centro juvenil.
Concluir, aunque me repita, dando gracias a Dios por el equipo de animadores y animadoras, porque, en general, trabajan, se esfuerzan por hacer las cosas bien, porque lo bien como una vocación y una manera de vivir su vida cristiana entregándose a los demás. Igual que el equipo de cocina e intendencia.
Es difícil dar con personas que tengan la disponibilidad de esos quince días y la ofrezca para irse de campamento a trabajar duro y hacerlo bien, con ganas e ilusión. Es cierto que luego se tiene la recompensa del cariño y acompañamiento de los chavales.
Son los que hacen posible estos días fenomenales.