jueves, 14 de julio de 2011

Ideas para aprovechar el verano


Durante el verano muchos disfrutan de las necesarias y recon-fortantes vacaciones, que encierran muchos valores.
 Una de las finalidades de las vacaciones es descansar, para recuperar las fuerzas físicas desgastadas durante el año y contribuir al equilibrio mental y psicológico. Para ello, es conveniente interrumpir las ocupaciones habituales e incluso salir del ambiente en el que se desarrolla la vida cotidiana.
 Por ser tiempo de descanso, en vacaciones se deberían cuidar más los momentos de interioridad, de reflexión personal, de oración, de silencio, de escucha. Las múltiples ocupaciones y afanes de la vida ordinaria y del trabajo, con frecuencia, no nos dejan espacio para algo tan fundamental como el silencio interior. La gente de hoy apenas tiene tiempo para pensar y meditar con calma y sin prisas. Vivimos en una sociedad agitada y sin sosiego, que nos hace perder la capacidad de prestar atención a las necesidades del prójimo, e incluso la capacidad de encontrarnos a solas con nosotros mismos y con Dios.
 Por eso es muy recomendable en este tiempo de verano y vacaciones -cada vez son más los que lo descubren- el retiro o ejercicios espirituales, la visita o peregrinación a santuarios y otras actividades veraniegas que ayuden al silencio exterior y a la escucha interior.
 También la lectura de algún libro es un elemento muy importante y recomendable en vacaciones. Un buen libro que ofrezca grato descanso y pensamientos reconfortadotes es, sin duda, un amigo que puede dar a las vacaciones un valor enteramente nuevo y hacer gozar de la riqueza del vacar en el trabajo.
 Vivir las vacaciones es una oportunidad preciosa para admirar la naturaleza y contemplar la creación, que nos habla de Dios, hasta poder exclamar con el salmista: “Señor, Dios nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!” (Ps 8).
 Inseparable de toda esta riqueza, es la oportunidad que se nos ofrece para el cultivo de las relaciones humanas: las relaciones en familia, que, a veces durante el año, resultan escasas, insuficientes y dominadas por las ocupaciones y preocupaciones diarias; relaciones de amistad en la libertad y el gozo del tiempo libre y no interesado; relaciones y amistades nuevas con gentes venidas de otros lugares. Uno de los valores de las vacaciones es el reencuentro con los seres queridos, el compartir momentos de paz, de diálogo, de charla apacible y de la mesa. 
En 10 palabras: 
1.- LEER: Busca tiempo para leer. Es una manera de perfeccionarte con el saber de los demás.
 2.- REZAR: Es el modo de entrar en contacto con Dios y expresarle tu amor y tu gratitud.
 3.- MEDITAR: Es un ejercicio necesario para llegar a la profundidad de tu corazón.
4.- DIALOGAR: Es la acción más noble del ser humano a través de la cual uno escucha y habla, recibe y da, y así crece y se consolida la amistad.
5.- OBSERVAR: Observa a los demás. Es una actitud que te enseñará mucho y te ayudará a imitar lo positivo de los otros y a evitar sus defectos.
6.- CONTEMPLAR: Contempla la naturaleza. Es el arte de Dios, donde El ha manifestado la belleza.
7.- TRABAJAR: Sí, también trabajar… Pero espera: se trata de que hagas algo, diligentemente. Es el precio que has de pagar por realizarte a ti mismo, ser útil a los demás y construir una sociedad más justa, más humana, más cristiana.
8.- VIAJAR: Es una actividad que enriquece en gran medida, porque entras en contacto con gentes y con culturas diversas que te pueden complementar.
9.- EVALUAR: Para conocerte a ti mismo –el gran principio de la sabiduría- has de evaluarte a ti mismo, has de hacer balance, decidir con energía lo bueno que debes potenciar y lo errado que debes corregir.
10.-AMAR: Es la esencia de la vida, que brinda al ser humano sentido y felicidad. Siempre es tiempo para amar. También las vacaciones.
 (Fuente: “Semilla Evangélica”, Hoja diocesana de Teruel y Albarracín)