jueves, 5 de febrero de 2015

Un disfrute de más de mil páginas



             He acabado de leer las más de mil páginas del libro Los asesinos del Emperador, de  Santiago Posteguillo.

            Al ver el número de páginas se pudiera caer en la tentación de la huida del libro, pensando lo largo que es, lo mucho que se va a tardar, lo tedioso que puede hacerse. Quienes sean vencidos por esta tentación y dejen escapar este libro, se perderán un buen libro, una buena historia, unos buenos y largos momentos de disfrute.



            Nos cuenta el libro la historia de Trajano hasta que llega al trono de Emperador de Roma. Pudiera parecer por el título, por el inicio y gran parte de la historia, que el personaje principal es el Emperador Domiciano, pero enseguida el lector comprobará quién es el verdadero protagonista, aunque tenga más brillo Domiciano.



            El relato es amplio, extenso, pero lo requiere la vida del personaje protagonista. Se narra el reinado de los emperadores que dominan Roma y, por lo tanto, el mundo occidental conocido. Entramada con el gobierno de los emperadores camina,  la vida de Marco Ulpio Trajano. El autor nos va contando las razones por las que este hispano llegua a ser emperador de Roma.

            Se destaca la negligencia de la mayor parte de los emperadores que aparecen. Cuanto más negligentes y necios, más dominados por miedos a traiciones, revoluciones, sediciones y más dados a asesinar a quienes creían sus enemigos. Enemigos que, en su mayor parte, lo eran por destacar en realizar sus responsabilidades bien, con acierto, razón por la que eran famosos y conocidos en Roma, aunque estuviesen lejos de ella, y razón por la que esos emperadores incapaces se veían amenazados por ellos.

            Lo peor de estas situaciones es que conforme se alargaba su estancia en el trono, crecía esta paranoia y necedad y aumentaban los miedos y los asesinatos.

            A este carácter pertenece el emperador Domiciano, que se le presenta como alguien dominado por los miedos, la necedad, el egoísmo y el hedonismo que le conducían a hacer mucho daño, conscientemente, sin llegar a concienciarse de que la manera para lograr disminuir las traiciones, amenazas, sediciones, es la actitud inteligente de ser un buen emperador, de cumplir honrada, justa y honestamente con el papel de Emperador de Roma y del mundo.

            En contraposición aparece la figura de Trajano, el hijo y también lo podíamos decir del padre. Se presenta como un hombre cumplidor, trabajador, responsable, al servicio del imperio, de Roma y no buscando egoístamente sus intereses, inteligente, ubicado en su realidad y en su lugar, humilde, sencillo y coherente.



            Todo esto lo cuenta en un lenguaje sencillo, introduciendo términos latinos y dacios, que explica en unos anexos finales e introduciendo citas que verifican los acontecimientos que se narran.

            El autor ha utilizado una profusa bibliografía para conocer la época de la que habla, los personajes, la historia, las costumbres… y así conseguir que nos adentremos en el mundo de Trajano.



            Uno se pregunta cómo la humanidad ha podido dar ejemplares como Domiciano y otros emperadores parecidos y se reconcilia con esa humanidad conforme va conociendo a Trajano. Confirma que el mundo, aunque no lo parezca, ha mejorado, hoy es mejor y lo es gracias a personas como Trajano, nunca a seres como Domiciano. Los seres egoístas, indolentes, hedonistas, malvados, necios, solo producen dolor, odio y venganza y, como hacen en Roma al morir, intento de quitarlo de la memoria cuanto antes, eliminando cualquier cosa que lo pueda recordar.

            La historia le hace ver a uno como va avanzando a pasos de tejemanejes, negocios, componendas, contubernios, conjuras… Pasos que, conforme va creciendo uno, van haciéndose más patentes, pero aún así esos pasos de la historia son a mejor, a pesar de que muchos de los tramos del camino hacia el bien se anden por las sendas oscuras del mal.

            La gran cuestión es cómo se puede llegar a permitir que gobierne una persona como Domiciano. Se van viendo como unos y otros por miedo, por querer medrar, por enriquecerse, por asegurarse un puesto, van permitiendo los desmanes de este personaje egoísta e inmoral. Y se piensa en otros momentos en que grupos de personas han permitido gobernantes infectos. Tanto en la época de Domiciano como en momentos más recientes se aguanta mucho hasta que se decide a hacer algo. No es que esté diciendo que valore como algo positivo la decisión que toman respecto a Domiciano, no puedo estar de acuerdo con quitar la vida a nadie, pero el momento (o el autor) no deja pie para que se pueda hacer otra cosa.

            Un ejercicio al que invita la lectura de este libro es a compararse uno con los diferentes personajes: a quién se parece uno más, a quién le gustaría parecerse, qué tendría que hacer para eso, qué hubiese hecho yo en esa situación… pues se puede juzgar muy cómodamente desde el sillón en el que esté leyendo, pero y si yo hubiese sido esa persona, habría hecho otra cosa o…



            Ahora sólo queda que esto no dificulte el camino para leer este libro, sino que lo allane, para que más gente pueda disfrutar como yo o más.