lunes, 10 de octubre de 2016

No te quedes en casa: manifiéstate



            El próximo fin de semana, principalmente el sábado por la tarde, tendrán lugar en casi todas las ciudades y pueblos de España las manifestaciones en contra de la pobreza, uno de los actos más llamativos y participativos de los que organiza el movimiento Pobreza 0, de la Coordinadora de ONGs para el desarrollo de España.

            La lucha para la erradicación de la pobreza debería ser un objetivo para cualquier persona, grupo, institución que se precie de ser humanista y de preocuparse por la justicia en el mundo.

            Este sábado se nos ofrece una posibilidad de manifestar nuestra preocupación por un mundo mejor, para que la justicia sea algo que la disfruten todos y que ninguna persona tenga que sufrir la pobreza. No la podemos desaprovechar.

            Los cristianos estamos en contra de todas las injusticias porque creemos que todas las personas somos hijos de Dios, por lo tanto todos somos hermanos, y deberíamos rechazar y luchar en contra de todo aquello que suponga sufrimiento, dolor, padecimiento, de alguna persona, de algún hermano.
 
            Nos dice el Manifiesto de la Semana contra la Pobreza que la pobreza y la desigualdad son cada vez más extremas, intensas y crónicas. Es urgente cambiar este sistema que genera riqueza para el 1% y un empobrecimiento generalizado para el resto de la población, tanto dentro como fuera del Estado español. Un sistema que fomenta la guerra para el control geoestratégico de los recursos, destruye la naturaleza e incrementa las desigualdades sociales.
Sabemos cuáles son los problemas y conocemos muchas de sus causas estructurales; también sabemos que existen soluciones reales y factibles.
Como nos dice el Papa no podemos caer en la “globalización de la indiferencia”. Demostremos que amamos a los demás como a nosotros mismos y queremos que todos puedan disfrutar de los mismos derechos y oportunidades participando en la manifestación de pobreza 0 que se promueva en la localidad donde nos encontremos. Y que esa participación se convierta en compromiso para llevar una vida coherente con lo que se exige.